domingo, 5 de dezembro de 2010

Santiago para nosotros

Después de hacer estas dos entrevistas, fue posible ver que los ciudadanos locales también se sienten extraños en su ciudad. Santiaguinos o chilenos que viven hace mucho tiempo en la capital también sienten los cambios, extrañan el futuro y echan de menos algunas partes de la ciudad del pasado. Hay lugares donde los cambios fueron negativos, pero el sentimiento de Domingo y Monica es el mismo: amor por ese gigante de 7 millones de habitantes.

Usando la metáfora de Richard Sennet, si la ciudad es un cuerpo vivo, su crecimiento y "envejecimiento" afectan desde las funciones más complejas hasta sus pequeñas y importantes células: los ciudadanos. La ciudad cambia y los hábitos de los santiaguinos también, para mejor o no. Para doña Monica, por ejemplo, la falta de contacto (o "educación") de las personas, mismo las más cercanas, es un gran problema. En una ciudad creciente, donde la velocidad y el individualismo son soberanos, realmente no habrá tiempo para conocer sus vecinos o hasta sus colegas de trabajo. Es el estilo de vida "urbano", el status quo comportamental de la actualidad, te guste o no.

Incluso con sus problemas, la nueva ciudad también trae benefícios, principalmente en la área tecnológica. Para el ingeniero Domingo Flores, los puentes, autovias y el Metro cambiaran y facilitaran el transito por Santiago, creando una "gran conectividad vial". Si la velocidad ahora es parte del cotidiano de los ciudadanos, obstruciones y enbotellamientos interrumpen este "estilo de vida". La infraescructura urbana influye y también es influenciada por las personas.

A nosotros, estudiantes de intercambio de Brasil y Alemania, Santiago se presentó como una ciudad distinta en varios aspectos en comparación con las ciudades que estamos acostumbrados a vivir. En Chile hay muchas costumbres que en nuestros países no hay, como por ejemplo, la prohibición de tomar bebidas alcohólica en las calles, la cantidad de perros abandonados y el sistema de tráfico, donde cambian algunas reglas. Estas diferencias nos hacen extrañar la ciudad, pues no estamos arraigados en Santiago. Con el pasar de los meses, empezamos a acostumbrarnos con nuestra nueva realidad.

El extrañamiento, podemos concluir, no es solo un sentimiento exclusivo de los extrajeros, sino también de los propios habitantes de Santiago. Los cambios siguen día trás día, y las personas que aquí habitan los acompañan. Algunos cambios pueden ser buenos y otros malos, pero así mismo los santiaguinos se adaptan a ellos, aunque, a veces, como Monica, con un poco de nostalgia, y otros, como Domingo, creyendo en un buen futuro aquí en Santiago.

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