domingo, 5 de dezembro de 2010

Monica Samora

Santiago siempre fue el escenario de la vida de Monica del Carmen Samora Lopez. La señora de 64 años nació en Santiago, donde nunca salió y vive hasta hoy. Su padre y madre también eran de acá, así como sus dos hijos, que nacieron y crecieron en la capital del país. Por toda su vida cambió tres veces de comuna dentro de la ciudad: La Granja, Maipú y Santiago Centro – donde reside desde 1983 y trabaja como funcionaria de una lavandería.

A pesar de creer que Santiago permanece muy parecido con la ciudad de su infancia, doña Monica percibió algunos cambios durante su vida, en especial en el paisaje. Un punto que destaca es la llegada del sistema de metro, que modificó la manera de las personas se desplazaren al abrir ‘calles’ bajo la tierra. El horizonte también cambió, el cielo ahora se esconde detrás de los varios edificios que surgen con enorme velocidad y cada vez más altos.

Sin embargo, ni todos los cambios son positivos. Lugares famosos como la Plaza de Armas y el Parque O’Higgins también habrían sufrido modificaciones. La primera estaría “con menos árboles, más chica y fea”, mientras el segundo “con menos restaurantes para pasarlo bien”.

Según doña Monica, los cambios más grandes son “para más allá de Plaza Italia”, en la parte más rica de Santiago.

Además de diferencias en la estructura física, el Santiago de doña Monica también sufrió cambios de comportamiento. Las personas de antiguamente eran “más humanas” y los vecinos se conocían, diferente de lo que pasa hoy día: “cada uno está en su propio mundo, los vecinos no tienen idea de lo que pasa a su lado”.  Según el libro “Carne y Piedra” de Richard Sennett, vivimos en la era del individualismo, en que los habitantes de las gran ciudades son "personas que se toleran por indiferencia". Alexis de Tocqueville, citado en el libro, dijo que "cada persona se comporta como si fuera una extraña respecto al destino de los demás". Las cerca de siete millones de personas que viven en Santiago se cruzan por las calles todos los días, pero raramente se hay algún intercambio de información entre ellas.

Doña Monica se siente extraña en su propia ciudad, el Santiago de antes le gustaba más. La ciudad le parece muy estresante y peligrosa: “Uno no puede disfrutar nada, hay muchos ladrones”. Su pudiera, la señora iría vivir en el sur del país, “donde hay más tranquilidad.”

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